De Flandes a Roubaix: La Guerra del Norte (II)
By sergio 17:02 París-Roubaix , PCM13 , Radioshack , Season 2013
PARÍS – ROUBAIX
Si tuviese que elegir un solo
día del calendario ciclista, sin duda elegiría el segundo domingo de abril, el
día que se corre la París-Roubaix, la carrera con más sobrenombres de todas: el Infierno del Norte, la Dernière folie, la
clásica de las Clásicas, etc… Y es que ninguna otra carrera conserva mejor que
ésta el aroma de un ciclismo ya extinto, ninguna condensa de manera más precisa
la esencia de lo que un día fue un deporte con más de aventura, de epopeya, que de pura competición. Por eso, incluso en el PCM, siempre es especial enfrentarse a esos
27 tramos de adoquines esparcidos a lo largo de los algo más de 150 kilómetros.
Curiosamente, la táctica para
proclamarse vencedor en esa especie de templo sagrado que es el Velódromo de
Roubaix es algo más sencilla que en cualquier otra clásica y es en la
dificultad de su ejecución donde reside la clave. Pero si llegas en forma y
eres de los mejores, es muy difícil que no estés en la disputa final pues al
contrario que en el resto de carreras de un día, incluido el Tour de Flandes, el recorrido
es tan exigente que resulta complicado que un outsider, de la
sorpresa. De hecho, en el juego, directamente es imposible.
Pues bien, yo cumplía todos los
requisitos previos: tenía a uno de los mejores, de los dos mejores corredores
del mundo en la especialidad, el suizo Fabian Cancellara, que llegaba pletórico de
forma. El equipo que iba a tener a su disposición era igualmente capaz y
también se encontraba en un momento de forma excepcional, como habían
demostrado en Flandes una semana antes. Así las cosas, sólo una torpeza por mi
parte podía evitarme luchar por la victoria final.
Hasta Troisvilles, primer tramo
de adoquines, la carrera fue una reproducción exacta de la película de la etapa del Tour de
Flandes, esto es, escapada consentida, calma tensa y a evitar imprevistos. Es a
partir de ese momento, cuando los tramos de adoquines comienzan a encadenarse,
cuando la carrera se vuelve más peligrosa, cuando más fácil es sufrir algún
percance y más difícil subsanarlo: el pelotón aún es demasiado numeroso, todos los favoritos tienen a su guardia
pretoriana junto a ellos, todos, jefes y gregarios, quieren estar delante justo en el momento en
que la carretera se estrecha… entonces sobrevienen los pinchazos, las caídas,
los frenazos. La locura. Por eso es fundamental ir con un equipo que sepa
desenvolverse en estos tramos.
Poco a poco el pelotón ha ido menguando y con el paso de los tramos, hasta algunos favoritos van quedando
cortados. Cuando llegamos al primer tramo de 5 estrellas, el Bosque de
Arenberg, apenas queda una veintena de corredores en cabeza. Boasson-Hagen,
Langeveld, Vansummeren, Leukemans, Haussler, Terpstra, Geraint Thomas… ya han
perdido contacto y deambulan a más de 2 minutos de un grupo donde el checo
Stybar, fiel lugarteniente de Boonen, y mi perla americana, Phinney, llevan al
resto con la lengua fuera. Sólo Boonen y Cancellara, como era de prever,
parecen aguantar sin sufrir en exceso, el vertiginoso ritmo de estos dos
auténticos flahutes. Para cuando salimos del tramo hay al menos 5 bajas y algunos favoritos como Hushovd, Breschel o Pozzato han mostrado síntomas de debilidad.
Los Radioshacksboys comandan el grupo de cabeza en esa Meca ciclista que es el Bosque de Arenberg. |
A partir de ahí y hasta los 40 kilómetros finales, la carrera se vuelve extremadamente táctica. Mis chicos
se empeñan en mantener un ritmo elevado para ir desgastando a los más débiles y
para aislar a los grandes favoritos. Se trata de que cuando empiece la batalla,
Fabian sea el único que pueda mirar a su alrededor y encontrar una cara amiga.
Y son, precisamente, dos de aquellos que más habían sufrido en Arenberg, los primeros
en lanzar una andanada. Pozzato, seguido por Breschel, tensan la carrera en un
largo tramo de adoquines. Boonen les sigue y a su rueda se coloca Cancellara,
bien arropado por Van Avermaet. Detrás llegan, más forzados, Vanmarcke, Flecha,
Chavanel y Hushovd. Son 9 corredores, no serán más en el resto de la carrera.
La segunda parte del plan ha funcionado y Fabian es el único con gregarios a su
alrededor.
El siguiente paso adoquinado se
realiza con Van Avermaet marcando un fuerte ritmo para evitar que nadie entre,
para generar desgaste. Y es justo al salir, cuando el tercero de los “faroleros
de Arenberg”, el noruego Hushovd, lanza un ataque. Boonen es el primero en
responder. Luego llegan el resto y todo se serena de nuevo.
A 6 tramos para el final, de nuevo Pozzato hace una dura apuesta y sin levantarse del sillín acelera justo cuando el suelo empieza a temblar bajo sus pies. Hushovd, Boonen y Vanmarcke son los primeros en responder. A Chavanel, Cancellara y Flecha parece costarle más. Breschel se descuelga y Van Avermaet se despide exhausto. Pozzato parece renunciar a la heroica y se deja cazar a la salida del tramo, momento que aprovecha Hushovd para lanzar su segundo ataque. El propio Pippo, Boonen, Fabian y Vanmarcke responden fácilmente al órdago del noruego. A Chavanel le cuesta algo más llegar a cabeza y Flecha y Breschel sufren todavía más. Pozzato lanza entonces su tercer ataque, casi encadenado con el de Hushovd, como si éste le hubiese hecho las veces de lanzador. A su rueda los mismos cuatro de antes. Flecha y Breschel se alejan de la cabeza con cada arreón, mientras que Chavanel ha reventado definitivamente y queda descartado.
A 6 tramos para el final, de nuevo Pozzato hace una dura apuesta y sin levantarse del sillín acelera justo cuando el suelo empieza a temblar bajo sus pies. Hushovd, Boonen y Vanmarcke son los primeros en responder. A Chavanel, Cancellara y Flecha parece costarle más. Breschel se descuelga y Van Avermaet se despide exhausto. Pozzato parece renunciar a la heroica y se deja cazar a la salida del tramo, momento que aprovecha Hushovd para lanzar su segundo ataque. El propio Pippo, Boonen, Fabian y Vanmarcke responden fácilmente al órdago del noruego. A Chavanel le cuesta algo más llegar a cabeza y Flecha y Breschel sufren todavía más. Pozzato lanza entonces su tercer ataque, casi encadenado con el de Hushovd, como si éste le hubiese hecho las veces de lanzador. A su rueda los mismos cuatro de antes. Flecha y Breschel se alejan de la cabeza con cada arreón, mientras que Chavanel ha reventado definitivamente y queda descartado.
Es entonces, a la
entrada del siguiente tramo, cuando Boonen lanza su primer ataque. A Cancellara, a
cola del grupito, parece haberle pillado por sorpresa, lo que supone tener que hacer un
esfuerzo extraordinario para coger la rueda de sus rivales. Por si esto fuera
poco, en cuanto Boonen se sienta y parece renunciar, es Vanmarcke el que se lanza a la
aventura aunque son más fuegos de artificio que otra cosa, como lo demuestra el
hecho de que Flecha y Breschel logren entrar finalmente en el grupo. El catalán, muy
crecido tras su victoria en Flandes, se permite el lujo de, aprovechando el parón, lanzar dos ataques
casi consecutivos que hacen sufrir, sobre todo a Hushovd y Vanmarcke, tal es
así que en el tramo número 4, ambos entran con unos metros perdidos sobre sus rivales. Aunque un nuevo
ataque, éste de Breschel, parece finiquitar definitivamente las opciones del
noruego y del belga. Pero el nuevo parón en el grupo perseguidor, les permite a
ellos entrar e incluso el danés se permite el lujo de coger unos segundos, no más de 30, que sin embargo
empiezan a parecer un mundo.
Nos aproximamos al Carrefour de l’Arbre, tramo 3 y último de los tramos 5 estrellas y el lugar que Cancellara tiene marcado
con una X para hacer su apuesta e intentar, si no sentenciar la carrera, sí al
menos reducir el número de aspirantes al máximo. Pero nada está saliendo como
planeaba desde que logramos quedarnos solos hace unos 30 kilómetros. Flecha y
Pozzato logran abrir un hueco considerable justo antes de empezar el tramo
adoquinado y para cerrarlo, Fabian tiene que lanzar un brutal ataque en el que,
sin embargo, se deja la mayor parte de sus fuerzas. A todo esto, Breschel, que sigue siendo cabeza de carrera, ronda
ya los 40 segundos de ventaja sobre el español y el italiano y empieza a parecer inalcanzable.
Como ya sucedió en Flandes, incomprensiblemente todos los compañeros de grupo de Fabian parecen renunciar a la carrera. Boonen, Vanmarcke y Hushovd se desentienden de la caza así que al entrar en el Carrefour de l’Arbre es el propio Cancellara quién fuerza la máquina. Entonces el noruego lanza un ataque, nadie responde, Fabian sigue a su ritmo. Hushovd, por delante, caza a Flecha y Pozzato que, además, se echan encima de un desfondado Breschel que empieza a comprobar que quizá mordió más de lo que podía tragar. Se forma así un cuarteto en cabeza al que sólo parece perseguir Cancellara, con Boonen y Vanmarcke soldados a su rueda. El suizo sabe que está firmando su sentencia de muerte pues es imposible que en una llegada en grupo logre batir a corredores como Pozzato, Hushovd o el propio Boonen y sabe que el esfuerzo que está haciendo por cazar va a suponer quedarse sin fuerzas para intentar nada una vez que lo logre… si lo logra. Pero también sabe que si ceja en su empeño y Boonen y Vanmarcke no toman el relevo, la carrera habrá acabado. No puede dudar.
Como ya sucedió en Flandes, incomprensiblemente todos los compañeros de grupo de Fabian parecen renunciar a la carrera. Boonen, Vanmarcke y Hushovd se desentienden de la caza así que al entrar en el Carrefour de l’Arbre es el propio Cancellara quién fuerza la máquina. Entonces el noruego lanza un ataque, nadie responde, Fabian sigue a su ritmo. Hushovd, por delante, caza a Flecha y Pozzato que, además, se echan encima de un desfondado Breschel que empieza a comprobar que quizá mordió más de lo que podía tragar. Se forma así un cuarteto en cabeza al que sólo parece perseguir Cancellara, con Boonen y Vanmarcke soldados a su rueda. El suizo sabe que está firmando su sentencia de muerte pues es imposible que en una llegada en grupo logre batir a corredores como Pozzato, Hushovd o el propio Boonen y sabe que el esfuerzo que está haciendo por cazar va a suponer quedarse sin fuerzas para intentar nada una vez que lo logre… si lo logra. Pero también sabe que si ceja en su empeño y Boonen y Vanmarcke no toman el relevo, la carrera habrá acabado. No puede dudar.
Boonen lidera el grupo al primer paso por la meta. Sus rivales preparan el sprint. La victoria va a decidirse en segundos |
Dos quintos puestos es el pobre
balance de una semana de clásicas de adoquines. Se impone una seria reflexión a
partir de ahora. ¿Por qué se perdió? ¿Se pudo ganar realmente en algún momento?
¿Qué responsabilidad es atribuible a mi interpretación de la carrera y mi
utilización de los recursos y cuál a la IA del juego? A todas estas cuestiones pienso ir
dando respuestas en las próximas carreras. Porque tengo pensado volver el año que
viene, como siempre, dispuesto a ser el Rey del Norte.
De Flandes a Roubaix: la Guerra del Norte (I)
By sergio 11:50 PCM13 , Radioshack , Season 2013 , Tour Flandes
TOUR DE FLANDES
Vaya por delante que no me
gusta nada el nuevo trazado de De Ronde. El circuito final me parece francamente mejorable
y que hayan quitado la subida al Kapelmuur una auténtica aberración, un
sacrilegio descomunal. Pero sigue siendo el Tour de Flandes y ahí no vas en
chándal. Ahí llevas tus mejores galas. En mi caso, una prima donna y una excelsa guardia
pretoriana capaces, algunos de ellos, de resolver por sí mismos llegado el
caso. Y es que Fabian iba a estar arropado por los Van Avermaet, Phinney,
Kwiatkowski, Farrar, Van Keirsbulck, Keukeleire y sobre todo por el gran
triunfador hasta ahora del invierno norteño: el francés Chavanel. La misión de
todos ellos era mantener protegido al suizo y acompañarle lo más lejos posible
para que cuando se cruzase el punto de no-retorno, su líder se encontrase lo más
fresco posible.
Pero pronto toda táctica prevista salto por los aires hecha añicos. Tras unos primeros 100 kilómetros de manual (fuga consentida, calma
tensa facilitada por las anchas carreteras…) se llegaba al primer muro de
adoquines. Un paso corto y estrecho en el que era fundamental llegar bien
colocado. Sabedor de
la importancia de cruzar estos pasos en cabeza y sobre todo de que siempre hay
algún favorito que no lo hace, puse a mis chicos en la punta de lanza del
pelotón y forcé el ritmo. Y el resultado no pudo ser más sorprendente ni más demoledor: algunos de
los máximos aspirantes al triunfo final, curiosamente lo más rápidos en las
llegadas masivas, quedaban cortados. Sagan, Boasson-Hagen, Degenkolb, Gilbert…
todos ellos perdían contacto con el reducido grupo que coronaba en cabeza los dos
siguientes muros. A partir de ahí la táctica de mis Radioshackguys mutó. De correr a la contra, esperando movimientos
ajenos, pasamos a tomar la iniciativa para intentar sacar de carrera
definitivamente a esos capos
despistados. Fue un pulso terrible durante unas decenas de kilómetros aunque, en
realidad, nunca tuvieron oportunidad y cuando la carrera entró en su parte
decisiva ya estaban eliminados definitivamente de la lucha.
A partir de ese momento se
iniciaba otra guerra. Como siempre sucede en las clásicas, sobre todo en las de
adoquines, el ochenta por cierto de la prueba tratas de no perder y sólo
en el veinte restante te enfrentas a lo verdaderamente complejo, a la
hercúlea tarea de intentar ganar. Y ahí es cuando cada paso es decisivo, cada
movimiento puede conducir al abismo o a la gloria. En esta edición del Tour de
Flandes ese momento llegó en el último paso por el Paterberg: Boonen, imperial,
hace una de sus espectaculares aceleraciones. Sin levantarse del sillín, a base
de fuerza, de una tracción casi animal, pone el reducido grupo en fila. Fabian es el primero en responder y
coger rueda. Detrás llega Flecha, erguido sobre su bici. Chavanel parece ceder,
unos metros detrás… y entonces se desencadena el infierno. Chavanel, que parece milagrosamente recuperado, lanza un poderoso ataque, no pretende entrar, no. Es un ataque, no un acelerón.
Pasa como una exhalación junto a Flecha en el momento que este se pone a rueda
de Fabian. El suizo y Boonen ven pasar también al francés lanzado. El belga
reacciona. Coronan en medio de la histeria. Cancellara coge la rueda de Boonen
y ambos se lanzan, muro abajo, en pos de Chavanel. Flecha, con más problemas,
renquea en la parte trasera pero no cede. Más atrás es Breschel el que se
resigna a ser olvidado. Boonen caza a Chavanel y el francés se detiene.
Los favoritos inician, con Cancellara en cabeza, la última ascensión al Paterbeg. La carrera está a punto de resolverse |
Y ese es
el momento que decide el Tour de Flandes de 2013, porque Flecha ha recuperado y repite,
tal cual, la maniobra de Chavanel. Lanza su ataque según llega a la cola del grupo y
cuando pasa junto a los favoritos lo hace a tal velocidad que resulta imposible
cogerle rueda. A partir de ahí se inicia una persecución de 10 kilómetros en
los que, incomprensiblemente, tanto Boonen como Breschel, que también ha entrado
aprovechando el rebufo de Flecha y el parón previo, parecen renunciar a toda
opción de ganar. Así las cosas, no queda más remedio que tirar a muerte con
Fabian sabedor de que en una llegada en grupo mis posibilidades son casi nulas.
En realidad estoy eligiendo como quiero perder. Porque Flecha tiene El Día y
resulta inalcanzable. En el sprint, ni un exhausto Fabian ni un renacido
Chavanel, pueden con Boonen y Breschel que, por ese orden, cruzan la línea de
meta. No hay podio, no hay medallas, no hay honores. El cuarto y quinto puesto
es un botín demasiado triste, excesivamente paupérrimo si se compara con las aspiraciones, como para celebrar nada. Se ha perdido y aunque
haya sido peleando, se ha perdido. Pero eso sólo alimenta las ansias de lucir en
Roubaix, de conseguir una victoria que resulte memorable.
Volta a Cataluña: el pequeño Tour de Francia
By sergio 12:40 Criterium Internacional , De Panne , PCM13 , Radioshack , Season 2013 , Volta Cataluña
Fue como ir en chándal a la entrega de los Oscar. En la línea de salida de Calella, el 18 de marzo, (casi) todos los equipos se presentaron con sus mejores galas. AG2R con Betancur y Gadret; Astana con Andy, Klöden y Brajkovic; BMC con Van Garderen y Evans; Belkin con Mollema, Gesink y Luis León; Cannondale con Peter Velits; Garmin con Daniel Martin y Hesjedal; Katusha con Purito y Dani Moreno; Lampre con Scarponi; Movistar con Valverde; Omega Pharma con Chris Horner; Orica con Gerrans, Sky con Porte y Saxo Bank con Contador y Kreuziger. Estaba claro que faltaban algunos ilustres, por ejemplo Sky acudía sin el núcleo duro de su poderosa armada (Wiggins, Froome, Henao, Urán...). Extrañamente Euskaltel se presentaba sin Samuel ni Igor Anton en la salida igual que Cannondale se olvidaba de Basso. ¿Y Radioshack? Pues acudía con un equipo diseñado para dominar la Volta... de 2016. A saber: Jungels, Verona, Debusschere, Talansky, Izagirre y Pinot junto a los "veteranos" Herrada y Bakelants. A nada que imperase la lógica y dado el exigente recorrido (2 llegadas en alto, en las etapas 3 y 4, ésta última tras un auténtico raid alpino) el top10 iba a ser el techo, el objetivo realista por el que luchar. Plantearse algo más ambicioso era soñar despierto. Y es que con Pinot aún sacudiéndose la pereza del cuerpo (era su primer día de competición en todo el año) y con Nibali y De Gendt reconociendo las etapas claves del Giro y sin haber debutado aún, el joven Talansky debía asumir, una vez más, la capitanía del equipo.
Así que, visto lo visto, además del top10, luchar por una victoria parcial constituía el otro gran objetivo de este pequeño ensayo general para el Tour de Francia. Y esa balsámica victoria pudo haber llegado ya en el primer día de competición. Pero en una exhibición de músculo de algunos de los capos de la carrera que iban a meterse en el sprint midiendo sus fuerzas dejó a mi chico rápido, el belga Debusschere, sin opciones. La victoria y el primer maillot de líder en ese sorprendente sprint fue para Joaquín Rodríguez, secundado por un desconcertado Romain Feillu. El tercero era un excelente pero no por ello menos sorprendente Alberto Contador. Debusschere se veía relegado al quinto puesto, tras Dani Moreno. Habíamos gastado una bala. Quedaban seis.
El segundo día de carrera, similar desarrollo, esto es, escapada consentida, pereza generalizada, zafarrancho de combate, persecución, captura, sprint, locura... y victoria, esta vez sí, del mayor de los Feillu. Rojas era segundo y Purito repetía podio, esta vez tercero. Debusschere volvía a repetir quinto puesto, ahora por detrás de Horner. Estaba claro que se iba a pelear cada segundo de la general.
La primera de las dos etapas reinas de esta Volta llegaba el tercer día de competición, con final en Vallter 2000. En sus rampas, Contador iba a exhibir el extraordinario golpe de pedal que le ha llevado a ser el insultante dominador de las vueltas de una semana en este agitado invierno (Mallorca, Andalucía y París-Niza acumulaba el pinteño en su palmarés antes de empezar la ronda catalana). Con un minuto y medio de ventaja sobre Horner y Valverde, más de dos sobre Evans, casi tres sobre Kreuziger, el líder Joaquín Rodríguez y el americano Van Garderen; el madrileño no sólo conseguía la victoria de etapa, también escenificaba con un golpe psicológico letal su absoluta supremacía. Por mi parte, y en vista del resultado obtenido en Tirreno, había planteado la carrera de forma más defensiva. Se trataba de arropar a Talansky hasta las mismas faldas de Vallter 2000 y allí dejarle que se exprimiese en la subida y que ocupase su "lugar natural" dentro de la carrera. Y sucedió que su "lugar natural" acabó siendo el decimosexto puesto, a más de seis minutos de Contador, a casi un minuto del anterior clasificado, esa especie de Gorospe holandés que resulta ser Robert Gesink. Y pese al decepcionante resultado tampoco puede decirse que hubiese estado mal pues sólo Daniel Martin de todos los quince clasificados antes que Talansky, daba unas prestaciones , a priori, parecidas a las de éste último en las subidas. Al resto se les suponía superiores y así lo demostraron en la carretera.
Contador despliega las alas y emprende el vuelo solitario hacia la meta de Vallter 2000. La Volta tiene amo y señor
De hecho la realidad se mostraba tan demoledora que al día siguiente, en la etapa que acababa en Port Ainé-Rialp, el puesto ocupado por Talansky iba a ser prácticamente el mismo, decimoquinto esta vez y porque ha mitad de recorrido el australiano Richie Porte decidió bajarse de la bici, vaya usted a saber los motivos. Es decir, los catorce que estaban por delante de Talansky más el aussie del Sky, eran los quince que habían estado delante de él en la anterior etapa. Y como había sucedido un día antes, Contador iba a ser el dominador. Nueva victoria de etapa y ahora sí, carrera definitivamente sentenciada. Purito Rodríguez se recuperaba de su día malo y hacía segundo, Valverde, constante como nunca lo ha sido, repetía en el tercer puesto. La carrera tenía un dueño. Y era un tirano.
Así las cosas, las últimas tres etapas sólo sirvieron para que Movistar, más en concreto Alejandro Valverde, se diese un pequeño festín a costa de los especialistas. Dos victorias parciales consecutivas (etapas 5 y 6) servían para auparle, bonificaciones mediante, al segundo puesto de la general. El día de la primera victoria del murciano, el quinto de carrera, fue lo más cerca que un Radioshack estuvo de levantar los brazos en esta Volta: Debusschere se quedó cuarto, tras Valverde, Rojas y Janse Van Rensburg. Ya no volvería a tener otra oportunidad así. El último día de carrera, con llegada en Barcelona, la sorpresa iba a ser que la fuga del día iba a plantarse en meta en solitario y que Xavier Florencio iba a conseguir el último parcial de una semana que sirvió para mucho por muy poco que se consiguiese: y es que va a haber que correr mucho con Nibali para derrotar a Contador.
CRITERIUM INTERNACIONAL
Una de las conclusiones más positivas que estoy sacando sobre estos primeros meses de competición es que mis chicos, los Radioshackboys, están siempre, salvo contadísimas excepciones y normalmente debido a cuestiones tácticas, donde deben estar. Esto es, ganamos lo que debemos ganar y cuando perdemos (casi) siempre es porque somos peores. Está aplastante lógica deductiva quedó bien patente en el Criterium Internacional. Con una participación pobrísima (lógico, estaban TODOS en la Volta), Rui Costa, el otro de mis grandes triunfadores de este largo invierno, se presentaba como el máximo favorito para la victoria final. El francés Pierre Rolland parecía su enemigo más temible. Pero después de la mini-contrarreloj del segundo día, las dudas quedaban prácticamente despejadas del todo. El portugués era tercero, a 7 segundos de su compañero Malori (primera victoria del joven italiano con el maillot de Radioshack) y a 5 de Coppel. Rolland quedaba relegado al decimoséptimo puesto, a 30 segundos de Malori, es decir, a 23 de Rui Costa. Mucho iba a tener que correr el francés de Europcar en la subida al Col de l'Ospedale si quería derrotar al portugués.
Y ocurrió que Rui Costa se limitó a seguir la rueda de Rolland a lo largo de toda la subida, a salir eficazmente a todos y cada uno de los ataques que el francés lanzaba, a todos y cada uno de los órdagos que proponía. Magníficamente escoltado por Majka y Barguil, Rui Costa se permitía incluso lanzar un par de andanadas para poner a prueba a Rolland para acabar cediéndole la victoria de etapa mientras celebraba la victoria final alzando los brazos al cielo unos metros después de un victorioso aunque insatisfecho Rolland. Pocas victorias más amargas habrá para el francés, pocas derrotas más dulces sufrirá el portugués. Era la segunda victoria en una general final tras la del Tour Down Under para Rui Costa.
Rui Costa pone a prueba a Rolland en la subida de l'Ospedale con varios ataques. Se acaba su triunfal invierno |
3 DÍAS DE LA PANNE
Es una de mis debilidades del mes de marzo, lo reconozco. Y eso que con el paso de las ediciones tengo la sensación, no contrastada, de que cada vez hay menos tramos adoquinados y que cada vez queda todo más reducido a la lucha en la contrarreloj final. Sea como fuere, a estos tres días siempre acudo con mi equipo de lujo para las clásicas de adoquines, mermado este año, eso sí, por la concentración en Oudenaarde de la que ya di cuenta en la anterior entrada. Pero como me viene ocurriendo en muchas pruebas en estos meses iniciales, sucedió que me encontré sólo, sin rivales. Otra prueba más cuyo prestigio se va al garete por la nula atención que le prestan los equipos Pro-Tour Qué quedará de aquella bravuconada de "los mejores corredores del mundo en las mejores carreras". ¿Eh, McQuaid? ¿Qué fue de eso?
El caso es que la ausencia de favoritos sólo consiguió incitarme a conseguir una victoria incontestable. Por eso, ya el primer día, el único con cierta presencia de adoquines, decidí que había que dejar bien claro quiénes eran las figuras allí, quiénes respetaban las tradiciones y a la carrera. Y sin dudarlo, a cuarenta kilómetros de meta, justo cuando la fuga del día era neutralizada y en el tramo de mayor concentración de adoquines, lanzaba a Chavanel. A la aventura. A un viaje sin retorno. Ganar a lo grande o perder con dignidad. Y sucedió que, en el estado de forma en el que se encuentra el francés a estas alturas de la temporada, y con la ausencia de rivales de enjundia, lo que se suponía que iba a ser un simple golpe de efecto para meter miedo, acabó convertido en la puntilla, en la sentencia definitiva de la carrera pues Chavanel se presentaba en meta con más de 5 minutos de ventaja sobre el segundo clasificado, su compañero Phinney. El tercero, Felline, llegaba a 5 minutos y 30 segundos.
Chavanel decide que ha llegado la hora de los valientes. 40 kilómetros por delante para sentenciar De Panne
Así que en los dos siguientes días me dediqué a engordar el palmarés de uno de mis "niños mimados", el americano Farrar. Por eso, su doblete en la segunda y tercera etapa me hizo tanta ilusión. Después de su otro doblete, éste en los albores de la temporada, en Australia, no había vuelto a conseguir ninguna victoria así que estos dos triunfos me hicieron especialmente feliz.
Pero aún faltaba la crono final. Casi 12 kilómetros de puro trámite. Tanto es así que Chavanel firmó otra victoria más, la novena de la temporada si le contábamos la general final, con la que cerraba un invierno sublime y se postulaba como uno de los grandes favoritos para el Tour de Flandes.
Días agónicos de adoquines y lluvia
By sergio 22:59 E3 Harelbeke , Gante-Wevelgem , Milán-San Remo , PCM13 , Radioshack , Season 2013
Voy a confesar algo antes de seguir: hace unos meses empecé esta misma partida con una plantilla muy similar. Bueno, en vez de Radioshack, el patrocinador era Omega Pharma. Y en vez de Cancellara tenía a Boonen. Pero el resto era casi la misma plantilla. Salvo una ausencia muy significativa: Sylvain Chavanel. En aras de configurar un equipo lo más joven posible había renunciado al veterano francés. Una tarde, a mitad de Tour del Mediterráneo, le confesé a mi hermano, algo así como mi mano izquierda y unos cuantos dedos de la derecha en todo lo concerniente al PCM en particular y al ciclismo en general, que no me gustaba mi equipo, que no quería seguir la partida porque, autocitándome a mí mismo, "no sé correr sin Chavanel". El francés es, desde que me recuerdo jugando al PCM, "mi chico para todo". Le he tenido en mi equipo desde el PCM4, he ganado monumentos con él (San Remo, Lieja, Lombardía...), establecí una tiranía sin igual en la Amstel con 4 victorias consecutivas, era el último bastión en el pavés antes de que los dioses Fabian y Tommeke desatasen tempestades, he ganado etapas en todos los Tours que he corrido con él (hasta 3 el mismo año) así como la general de la montaña en 3 ocasiones. Campeón de Francia, campeón del mundo contrarreloj... Siempre que pasaba algo importante, ahí estaba el Gran Sylvain. Así que basándome tan sólo en su injustificable ausencia, decidí reiniciar la partida, esta vez con el francés en mis filas y otorgándole además galones de Mariscal de Campo con mando en plaza, (del cambio a última hora de patrocinador ya hablaré otro día).
Viene a cuento todo esto porque en la segunda mitad del mes de marzo Chavanel ha sido el dominador absoluto del pelotón internacional. 4 victorias finales más 2 parciales en 15 días le acreditan desde ya como el gran triunfador del invierno ciclista junto a Alberto Contador. Pero no corramos tanto y vayamos desenmarañando la pequeña red que es la historia de la última semana del invierno y la primera de la primavera. La historia del "mes de Chavanel"
MILÁN-SAN REMO
Llegaba a La Classicissima con un sabor agridulce. Había conseguido algunas victorias, la mayoría de perfil medio (las últimas, Chavanel en una deslucida Nokere y el doblete de Van Avermaet en Città di Stresa y Handzame Classic) pero como ya conté en mi anterior entrada, había acumulado un buen número de dolorosas derrotas por lo que las dudas eran más que razonables. Así que con un equipo que gravitaba en torno a Fabian Cancellara tomé la salida en Milán dispuesto a apuntarme la primera victoria realmente trascendental, verdaderamente meritoria del año. La táctica era infiltrar algún corredor en la escapada que a buen seguro se formaría a los pocos kilómetros de salir y así liberarme de tener que trabajar atrás. Luego permanecer atento en el grupo en los cincuenta kilómetros finales, donde realmente se juega esta clásica, controlar cualquier escapada con Chavanel hasta pasar La Cipressa y a partir de ahí que el propio Cancellara, en persona, saliese a los ataques que se produjesen en el Poggio, aunque sabedor de que los cambios de ritmo no favorecen al corredor suizo, mi idea era subir el último muro de La Classicissima a un ritmo tan brutal que nadie se atreviese a salir. Luego, cuando estuviésemos a punto de coronar, lanzar a Fabian en el descenso y presentarme en la Via Roma de forma imperial. Bueno, pues pocas veces el desarrollo de la carrera me habrá salido tan calcado a la táctica prevista... salvo el desenlace. Después de controlar la escapada del día aunque sin infiltrar a nadie, después de someter al pelotón a la tiranía del "molinillo" de Fabian en Cipressa y Poggio, después de lanzar en solitario al propio Cancellara a 200 metros de coronar el Poggio, después de acumular una renta de casi 30 segundos sobre Gilbert y Sagan en el descenso y de pasar la pancarta del último kilómetro con 17 segundos de ventaja... después de todo eso, decía, un último y furibundo arranque de rabia del maillot arco iris iba a arrebatarme de la forma más dolorosa posible, esto es, a cien metros escasos de la línea de meta, la victoria final en el primer monumento del año. En Niza y Tirreno había perdido porque era claramente inferior a mis rivales y por tanto, aunque no me guste perder, tenía que dar por bueno el resultado. Pero en San Remo no y por eso, ésta se convertía automáticamente en la derrota más amarga en lo que va de temporada.
Cancellara arranca la moto en la cima del Poggio. Abajo, a la vista, espera la recta de meta de la Via Roma
DE HARELBEKE A LA GANTE-WEVELGEM
Ya desde antes de perder San Remo había decidido mandar a Fabian, entre otros, de concentración a Oudenaarde para mejorar mis prestaciones en pavés con el fin de presentarme a Flandes y Roubaix en las mejores condiciones posibles. El único problema, a priori, es que sacrificaba mi mejor opción en dos carreras bastante atractivas como son Harelbeke y Gante-Wevelgem. Este pequeño hándicap se me antojó un obstáculo insalvable tras la muy dolorosa derrota en La Classicissima. Había pasado de querer la victoria a necesitarla. Y fue en ese momento, cuando los Hombres siempre dan un paso al frente, cuando emergió la figura inmensa, descomunal, de un titánico Chavanel. Arropado por un equipo joven pero sumamente talentoso (Phinney, Moser, Malori, Hermans, Meersman...), el francés fue el héroe que Radioshack merecía pero sobre todo el héroe que Radioshack necesitaba. Y eso que enfrente tenía toda una pléyade de figuras: Boonen, Sagan, Gilbert, Hushovd, Ballan, Flecha, Pozzato... inferior a muchos de ellos en adoquines, más lento al sprint que otros tantos, la única táctica posible para afrontar este "Pequeño Tour de Flandes" era aprovechar los muros con sus pasos estrechos para buscar cortes de corredores mal colocados y así reducir la nómina de favoritos al mínimo. En este caso la suerte se alió con los Radioshackboys y en ese primer paso estrecho quedaban cortados precisamente los pistoleros más rápidos a este (y el otro) lado del Mosa. Sagan, Hushovd, Boasson-Hagen y Degenkolb quedaban relegados a un tercer grupo. En el segundo paso se había quedado cortado Boonen con una buena nómina de gregarios así que la táctica, teniendo en cuenta que yo había colocado a mis siete chicos en cabeza, era clara: tirar fuerte pero sin volverse loco para obligar a los gregarios del belga a trabajar y a la vez distanciar entre todos a los velocistas. Así fueron pasando los muros, Boonen y sus extenuados chicos lograron entrar en el grupo, sí, pero sólo unos pocos kilómetros después el checo Stybar era todo lo que le quedaba al belga de Omega. Los demás habían desfallecido. Y el resto de capos eran historia, la carrera estaba claramente delante.
Pozzato se mostraba particularmente agresivo y lanzó un par de ataques cuando ya habíamos coronado los últimos muros. Boonen parecía fuerte y salía sin problemas a las andanadas de Pippo. Yo, intentando mantener la cabeza fría, respondía sólo cuando el belga ya lo había hecho. Estaba convencido de que era la rueda buena. A la mía, un eficaz Ballan, que sin mostrarse deslumbrante si parecía suficientemente fuerte como para disputar la victoria. Y detrás de nosotros, el incansable Flecha se dejaba todo por entrar después de haberse apoyado durante kilómetros en Hoogerland y Leukemans. Pero cuando estaba a menos de 30 segundos de la cabeza se produjo el momento crucial de la carrera: quedaban cuatro kilómetros para la meta. Pozzato lanza su órdago, para mi sorpresa Boonen permanece sentado y parece realmente exhausto. Me había equivocado, la rueda buena ese día era la del italiano así que salgo tras él mientras compruebo que ni Tommeke ni Ballan parecen en condiciones de alcanzarnos. A poco más de un kilómetro Pozzato lanza definitivamente el sprint, Chavanel resiste a su rueda y justo antes de llegar al arco hinchable de los últimos 1000 metros sale de la rueda de Pippo... pero entonces se desencadena el drama: Pippo está fortísimo y cuando parece que ya ha perdido la rueda de Chavanel, empieza, para mi enorme sorpresa y mi aún más creciente angustia, a remontarme. Poco a poco asoma por la derecha de Sylvain. El fantasma de la Via Roma planea entonces sobre la recta de meta de Harelbeke. Pero esta vez las fuerzas me acompañan y el último arreón de Pozzato es insuficiente para superar a Chavanel, que se impone finalmente por menos de una rueda de diferencia, lo que, unido al estado de ánimo generado por la derrota en San Remo convierte ésta en una de las victorias más dulces y celebradas que recuerdo en el PCM. Y en el vórtice de tanto éxtasis, como tantas y tantas veces estuvo, encuentro a Sylvain Chavanel. El que siempre está cuando ya no me queda nadie.
Chavanel, excelso, hace la selección definitiva en el último muro adoquinado de Harelbeke
De la Gante-Wevelgem apenas puedo contar nada debido a un extrañísimo bug del juego que me impidió disputarla realmente pues de cuatro intentos, el juego acabó echándome las cuatro veces, así que, por una vez, me vi obligado a correr una prueba en el modo "simulación rápida". Definí una táctica en la que todo volvía a girar en torno a Chavanel y cual fue mi sorpresa cuando unos segundos después me aparecía en pantalla la clasificación con el francés como vencedor absoluto, con 30 segundos de ventaja sobre un grupo de cuatro corredores formado por Sagan, Pozzato, Leukemans y Langeveld. Sylvain proseguía su mágico mes de marzo. Y aún quedaban pruebas por disputar. Pero de eso ya hablaremos otro día.